jueves, 12 de enero de 2012

Cuento de palabras sueltas (incompleto)


Historia:
Erase una vez un niño, que corría y que saltaba, y que a todo el mundo alegraba.
Una de las cosas de aquel niño, que más llamaban la atención, era su sonrisa que a todo el mundo ofrecía; aquella sonrisa era valiente, puesto que hasta a sus enemigos se ofrecía, haciéndoles bailar de la alegría.
A muchos hizo reír, hasta a un delfín gracioso y amarillo, si, si amarillo, y de lo asombrado que estaba, aquella sonrisa no pudo resistirse, y lo sonrió haciéndole saltar aquellas olas tan grandes.
Viajando por el mar, aquel niño vio un barco, tan arrugado, tan arrugado, que estaba tristísimo de lo arrugado y feo que estaba; así el niño hizo llamar a la magia de todos los cuentos, ella llegó con todos sus colores, polvos de hadas, pompas… y el niño hablo con ella para hacer de aquel barco, un barco alegre y divertido.
La Magia se empeñó mucho, utilizó todos sus trucos, e hizo sonar sus campanillas, que hicieron aparecer a un perro galáctico muy divertido y con gran simpatía, para que aquel barco no estuviese triste, y tuviese alguien con quien compartir sus aventuras.
De esta manera el barquito se apresuró en emprender su viaje con su nuevo acompañante, y le dijo: te voy a hacer soñar tanto como en los sueños, de todos los mundos maravillosos que vamos a visitar.
Después de esta aventurilla en niño volvió a su casa, y se montó en el columpio de su jardín, estaba taaaan tremendamente cansado, que se quedó dormido encima de este, y comenzó a soñar.
Viajo entre sus sueños, y soñó que estaba en un coche estupendo y verdaderamente muy rápido, tan rápido tan rápido, que ganaba con el todas las carreras de coches del planeta.
Soñó también con que le regalaban un albornoz tan grande tan grande, que lo arrastraba por todo el suelo, y de lo sucio y feo que se quedó, se puso a llorar.
 Así se fue la tienda donde lo habían comprado, y  le dijo al bueno del dependiente todo lo que le había pasado, y el dependiente le dijo que se le había olvidado donde había dejado los albornoces de la tienda…menuda cabeza…




CON PALABRAS CAMBIADAS:



Historia:
Erase una vez un niño, que corría y que saltaba, y que a todo el mundo alegraba.
Una de las cosas de aquel niño, que más llamaban la atención, era su sonrisa que a todo el mundo ofrecía; aquella sonrisa era valiente, puesto que hasta a sus enemigos se ofrecía, haciéndoles bailar de la alegría.
A muchos hizo reír, hasta a un delfín dulce y amarillo, si, si amarillo, y de lo asombrado que estaba, aquella sonrisa no pudo resistirse, y lo sonrió haciéndole saltar aquellas olas tan grandes.
Viajando por el mar, aquel niño vio un barco, tan arrugado, tan arrugado, que estaba tristísimo de lo arrugado y feo que estaba; así el niño hizo llamar a la Magia de todos los cuentos, ella llegó con todos sus colores, polvos de hadas, pompas… y el niño hablo con ella para hacer de aquel barco, un barco alegre y amarillo.
La Magia se empeñó mucho, utilizó todos sus trucos, e hizo sonar sus campanillas, que hicieron aparecer a un perro galáctico muy amarillo y con gran simpatía, para que aquel barco no estuviese triste, y tuviese alguien con quien compartir sus aventuras.
De esta manera el barquito se apresuró en emprender su viaje con su nuevo acompañante, y le dijo: te voy a hacer soñar tanto como en los sueños, de todos los mundos maravillosos que vamos a visitar.
Después de esta aventurilla en niño volvió a su casa, y se montó en el columpio de su jardín, estaba taaaan tremendamente cansado, que se quedó dormido encima de este, y comenzó a soñar.
Viajo entre sus sueños, y soñó que estaba en un coche estupendo y verdaderamente muy rápido, tan rápido tan rápido, que ganaba con el todas las carreras de coches del planeta.
Soñó también con que le regalaban un albornoz tan grande tan grande, que lo arrastraba por todo el suelo, y de lo sucio y feo que se quedó, se puso a llorar.
Así se fue la tienda donde lo habían comprado, y  le dijo al bueno del dependiente todo lo que le había pasado, y el dependiente le dijo que se le había olvidado donde había dejado los albornoces de la tienda…menuda cabeza…

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