Historia:
Erase una vez un niño, que corría
y que saltaba, y que a todo el mundo alegraba.
Una de las cosas de aquel niño,
que más llamaban la atención, era su sonrisa que a todo el mundo ofrecía;
aquella sonrisa era valiente, puesto que hasta a sus enemigos se ofrecía, haciéndoles
bailar de la alegría.
A muchos hizo reír, hasta a un
delfín gracioso y amarillo, si, si amarillo, y de lo asombrado que estaba,
aquella sonrisa no pudo resistirse, y lo sonrió haciéndole saltar aquellas olas
tan grandes.
Viajando por el mar, aquel niño vio
un barco, tan arrugado, tan arrugado, que estaba tristísimo de lo arrugado y
feo que estaba; así el niño hizo llamar a la magia de todos los cuentos, ella
llegó con todos sus colores, polvos de hadas, pompas… y el niño hablo con ella
para hacer de aquel barco, un barco alegre y divertido.
La Magia se empeñó mucho, utilizó
todos sus trucos, e hizo sonar sus campanillas, que hicieron aparecer a un
perro galáctico muy divertido y con gran simpatía, para que aquel barco no
estuviese triste, y tuviese alguien con quien compartir sus aventuras.
De esta manera el barquito se
apresuró en emprender su viaje con su nuevo acompañante, y le dijo: te voy a
hacer soñar tanto como en los sueños, de todos los mundos maravillosos que
vamos a visitar.
Después de esta aventurilla en
niño volvió a su casa, y se montó en el columpio de su jardín, estaba taaaan
tremendamente cansado, que se quedó dormido encima de este, y comenzó a soñar.
Viajo entre sus sueños, y soñó
que estaba en un coche estupendo y verdaderamente muy rápido, tan rápido tan
rápido, que ganaba con el todas las carreras de coches del planeta.
Soñó también con que le regalaban
un albornoz tan grande tan grande, que lo arrastraba por todo el suelo, y de lo
sucio y feo que se quedó, se puso a llorar.
Así se fue la tienda donde lo habían comprado, y le dijo al bueno del dependiente todo lo que le había pasado, y el dependiente le dijo que se le había olvidado donde había dejado los albornoces de la tienda…menuda cabeza…
CON PALABRAS CAMBIADAS:
Así se fue la tienda donde lo habían comprado, y le dijo al bueno del dependiente todo lo que le había pasado, y el dependiente le dijo que se le había olvidado donde había dejado los albornoces de la tienda…menuda cabeza…
CON PALABRAS CAMBIADAS:
Historia:
Erase una vez un niño, que corría
y que saltaba, y que a todo el mundo alegraba.
Una de las cosas de aquel niño,
que más llamaban la atención, era su sonrisa que a todo el mundo ofrecía;
aquella sonrisa era valiente, puesto que hasta a sus enemigos se ofrecía,
haciéndoles bailar de la alegría.
A muchos hizo reír, hasta a un
delfín dulce y amarillo, si, si amarillo, y de lo
asombrado que estaba, aquella sonrisa no pudo resistirse, y lo sonrió
haciéndole saltar aquellas olas tan grandes.
Viajando por el mar, aquel niño
vio un barco, tan arrugado, tan arrugado, que estaba tristísimo de lo arrugado
y feo que estaba; así el niño hizo llamar a la Magia de todos los cuentos, ella
llegó con todos sus colores, polvos de hadas, pompas… y el niño hablo con ella
para hacer de aquel barco, un barco alegre y amarillo.
La Magia se empeñó mucho, utilizó
todos sus trucos, e hizo sonar sus campanillas, que hicieron aparecer a un
perro galáctico muy amarillo y con gran
simpatía, para que aquel barco no estuviese triste, y tuviese alguien con quien
compartir sus aventuras.
De esta manera el barquito se
apresuró en emprender su viaje con su nuevo acompañante, y le dijo: te voy a
hacer soñar tanto como en los sueños, de todos los mundos maravillosos que
vamos a visitar.
Después de esta aventurilla en
niño volvió a su casa, y se montó en el columpio de su jardín, estaba taaaan
tremendamente cansado, que se quedó dormido encima de este, y comenzó a soñar.
Viajo entre sus sueños, y soñó
que estaba en un coche estupendo y verdaderamente muy rápido, tan rápido tan
rápido, que ganaba con el todas las carreras de coches del planeta.
Soñó también con que le regalaban
un albornoz tan grande tan grande, que lo arrastraba por todo el suelo, y de lo
sucio y feo que se quedó, se puso a llorar.
Así se fue la tienda donde lo
habían comprado, y le dijo al bueno del dependiente
todo lo que le había pasado, y el dependiente le dijo que se le había olvidado
donde había dejado los albornoces de la tienda…menuda cabeza…
Me gustan mucho tus cuentos. ¡Son muy divertidos!
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